Antonio Vega, Presidente de CEAGA
1 octubre 2007

La aparición de competidores como China o los países del este de Europa han complicado todavía más un sector ya de por sí extremadamente exigente
como es el de automoción.
Caminamos hacia un mundo de ganadores y de perdedores. Así de simple, así de drástico. Casos como el cierre de la planta de Delphi en Puerto Real nos deben llevar a la reflexión. Galicia no es ajena a todas estas circunstancias.
Para estar con los que sobreviven, dependemos de nosotros mismos. No debemos instalarnos en el pesimismo y creer que no hay nada que hacer ante la competencia de países de bajo coste. La experiencia demuestra que la competitividad no pasa necesariamente por salarios bajos. Japón se ha convertido en 2006 en el primer fabricante mundial de automóviles, a pesar de que los sueldos japoneses están entre los más altos del planeta. Ahora bien, tan perjudicial o más que el pesimismo puede ser el exceso de euforia. No podemos creer que todo está hecho, que la industria de automoción gallega funciona y dormirnos en los laureles.
La competitividad es una batalla que no se acaba nunca de ganar. Exige la búsqueda constante de la excelencia. No es suficiente ser bueno, es necesario ser mejor.